La miopía ha aumentado considerablemente en las últimas décadas, afectando a una parte creciente de la población, especialmente en niños y adolescentes. Este incremento ha despertado la preocupación no solo por la dependencia visual que genera, sino también por el riesgo de complicaciones oculares graves asociadas a altos niveles de miopía, como el desprendimiento de retina o el glaucoma. En respuesta a esta situación, el control de la miopía se ha convertido en una prioridad en el campo de la oftalmología.
Actualmente, el manejo de la miopía no solo se centra en corregir la visión borrosa, sino en frenar o detener su progresión. El control temprano de la miopía es fundamental para evitar que avance hacia niveles altos, donde el riesgo de complicaciones a largo plazo aumenta. Por ello, han surgido diversos tratamientos diseñados para abordar este problema, incluyendo tanto opciones ópticas como farmacológicas.
A continuación, se exploran los factores que influyen en el crecimiento ocular y las principales opciones de tratamiento para controlar el avance de la miopía.
Crecimiento ocular y factores de riesgo de miopía
El ojo experimenta un crecimiento rápido durante los primeros años de vida, alcanzando casi su tamaño adulto alrededor de los 3-4 años. A partir de entonces, el crecimiento es más lento hasta los 6-8 años. Existen variaciones anatómicas en las estructuras oculares influenciadas por factores hereditarios, geográficos, étnicos y ambientales, que afectan el proceso de emetropización (ajuste natural de la refracción ocular).
Inicialmente, la miopía se consideraba un problema genético, pero estudios recientes han revelado la importancia de factores ambientales y el desenfoque retiniano periférico. Además, se investiga el impacto de las aberraciones de alto orden, la luz ambiental y el ritmo circadiano en el crecimiento ocular.
Para evaluar el riesgo de miopía, se deben medir la refracción y la longitud axial (AXL). La AXL es crucial para monitorear el control de la miopía y predecir su progresión. Estudios recientes han desarrollado tablas de percentiles de AXL, que ayudan a estimar el riesgo de miopía en función de la edad y otros factores. Este control temprano es clave para detectar problemas a tiempo y educar tanto a pacientes como a sus familias sobre la importancia de la salud ocular infantil.
Tratamientos para el control de la miopía
Hoy en día, existen varias opciones de tratamiento para el control de la miopía, tanto ópticas como farmacológicas, así como combinaciones de ambos enfoques. Entre los principales tratamientos están:
- Lentes oftálmicas especiales: Estas gafas están diseñadas para corregir el desenfoque retiniano periférico, lo que puede ayudar a frenar la progresión de la miopía. Ejemplos incluyen lentes oftálmicas con tecnología de enfoque dual o multifocales.
- Lentes de contacto blandas multifocales: Estas lentes de contacto también pueden corregir el desenfoque periférico, ayudando a disminuir el avance de la miopía en niños. Además, ofrecen una corrección visual efectiva y comodidad durante el uso diario.
- Ortoqueratología (Orto-K): Este tratamiento consiste en el uso de lentes de contacto rígidas durante la noche que remodelan temporalmente la córnea. Al ser retiradas por la mañana, el paciente puede ver claramente durante el día sin necesidad de gafas o lentes de contacto. La orto-K ha demostrado ser efectiva en la ralentización del crecimiento ocular y la progresión de la miopía.
- Tratamiento farmacológico con atropina: Se ha descubierto que el uso de bajas concentraciones de atropina en forma de gotas oculares puede frenar el avance de la miopía en niños. Aunque el mecanismo exacto aún no está completamente claro, los estudios muestran una reducción significativa en la tasa de progresión de la miopía con este tratamiento.
- Tratamiento combinado: En algunos casos, se recomienda una combinación de tratamientos, como el uso de atropina junto con lentes oftálmicas o lentes de contacto especiales, para maximizar el control de la miopía y minimizar su progresión.
La elección del tratamiento adecuado depende de varios factores, como la edad del paciente, el grado de miopía, el ritmo de progresión y las características oculares individuales. Un seguimiento regular es esencial para ajustar el tratamiento y asegurar su efectividad a largo plazo.
Este enfoque integral en el manejo de la miopía permite ofrecer soluciones personalizadas para cada paciente, con el objetivo de mejorar su calidad de vida y prevenir complicaciones oculares en el futuro.