Las causticaciones oculares (las quemaduras químicas) son una de las urgencias oftalmológicas más frecuentes. Aunque en la mayor parte de los casos son banales, algunas de ellas pueden tener importantes consecuencias para la visión
Las propiedades del producto y la duración de la exposición son dos factores claves para el pronóstico.
Las sustancias alcalinas (pH por encima de 9) penetran a más profundidad que las ácidas (pH por debajo de 5), mientras que algunos ácidos complican el cuadro por desencadenar una lesión térmica.
Como ejemplos de productos alcalinos tenemos la lejía, limpiadores amoniacales, desengrasantes o lavavajillas industriales; como sustancias ácidas son comunes el abrillantador de lavavajillas, los limpiadores cítricos o químicos como el ácido sulfúrico o el clorhídrico comunes en laboratorios y en motores de automóviles.
¿Cómo actuar ante las causticaciones oculares?
La primera conducta, y más importante, es el lavado abundante del ojo con suero fisiológico. Si no disponemos de suero, podría usarse agua corriente, puesto que lo más importante es acortar la duración del contacto del producto con el ojo y normalizar el pH. El lavado inicial debe ser abundante y largo (unos 10-15 minutos) para diluir al máximo el producto. Si se dispone de un consultorio de medicina general lo ideal es aplicar una gota de anestésico tópico previo, puesto que minimizará las molestias.
Una vez salvado ese momento inicial es esencial acudir al especialista de oftalmología de manera urgente para descartar lesiones importantes en párpados o en el globo ocular. Es importante saber que hay lesiones, sobre todo por álcalis, que pueden acabar siendo graves a pesar de parecer poco importantes al inicio, por la capacidad de penetrancia de dichos productos.
El oftalmólogo realizará, tras un nuevo lavado si es necesario, una revisión minuciosa de todas las estructuras del ojo, poniendo especial atención en la transparencia corneal y el limbo (la zona que rodea a la córnea). El aspecto de estas dos estructuras determinará en gran medida el pronóstico de las lesiones.
¿Qué tratamiento tiene?
El tratamiento posterior suele consistir en corticoides y antibióticos tópicos, junto con gotas midriáticas para disminuir el dolor ocular. En ocasiones se usan tetraciclinas tópicas u orales, no por su efecto antibiótico, sino por el efecto beneficioso para la epitelización corneal en casos de úlceras extensas. Ya en casos más graves o en secuelas, puede ser necesario el tratamiento quirúrgico eliminando adherencias en la mucosa conjuntival (simbléfaron) o reponiendo áreas de tejido con injertos o trasplantes.