En una consulta oftalmológica completa es necesario explorar el fondo de ojo.
En condiciones normales el oftalmólogo puede observar los parpados, la cornea, el iris, la conjuntiva, el cristalino, etc., pero no las estructuras del fondo del ojo ya que con la luz necesaria para la exploración la pupila se cierra e impide ver las estructuras posteriores. Esto es debido a que la pupila actúa como un diafragma regulador de la luz que entra en el ojo, de modo que cuanto más intensa es la luz más pequeña se hace la pupila.
Al administrar un colirio en forma de gotas, la pupila se dilata y el oftalmólogo puede examinar la retina con detalle y otros elementos que se encuentran en el interior del ojo como el humor vítreo o el nervio óptico.
Dilatar el ojo es un procedimiento indoloro que puede causar un leve picor que desaparece en segundos. Su efecto puede durar unas horas. En algunas ocasiones, sobre todo al graduar a los menores, o al programar una cirugía refractiva, es necesario utilizar unas gotas cuyo efecto se prolonga más de 24 horas.
En algunos casos es posible explorar la zona central de la retina (macula) sin necesidad de dilatar. Nuevos dispositivos como la OCT nos aportan información precisa a este respecto y en muchas ocasiones no precisan de dilatación pupilar. Pero si queremos explorar la periferia de la retina se hace necesaria la dilatación máxima de la pupila.