La fotofobia es la molestia o el dolor que se siente en los ojos cuando se está expuesto a una luz demasiado intensa o deslumbrante. No se trata de una enfermedad en sí misma, sino de un síntoma que puede indicar una patología ocular o relacionada con el sistema nervioso.
La fotofobia puede afectar a personas de todas las edades y condiciones, pero es más frecuente en aquellas que tienen los iris claros, poco pigmentados, que permiten un mayor paso de luz hasta la retina. También es más común en las personas con albinismo, una alteración genética que se caracteriza por la ausencia o disminución de la melanina, el pigmento que da color a la piel, el cabello y los ojos.
Causas comunes de la fotofobia
Las causas de la fotofobia son múltiples y no solo relacionadas con un origen oftalmológico. Algunas de las más habituales son:
- Causas oftalmológicas: algunas enfermedades oculares pueden provocar una mayor sensibilidad a la luz, como la uveítis, la iritis, la conjuntivitis, el glaucoma agudo, las úlceras o las queratitis corneales, el uso inadecuado de lentes de contacto, los traumatismos oculares o los postoperatorios inmediatos de cirugías oftalmológicas (catarata, cirugía refractiva, etc.).
- Causas neurológicas: algunas afecciones del sistema nervioso pueden causar fotofobia, como las migrañas y otros tipos de cefaleas, la meningitis, la encefalitis o el botulismo.
- Causas farmacológicas y drogas: algunos fármacos y drogas pueden afectar al sistema nervioso, teniendo como efecto secundario una dilatación pupilar que favorece la aparición de fotofobia. Algunos ejemplos son los antihistamínicos, los antidepresivos, los anticonvulsivos, la atropina, la cocaína o el éxtasis.
Síntomas de la fotofobia
Los síntomas de la fotofobia varían según la intensidad de la luz, la causa que la origina y la tolerancia de cada persona. Los más comunes son:
- Necesidad de cerrar los ojos ante una fuente de luz intensa o deslumbrante, como el sol, los focos, las pantallas o los reflejos.
- Lagrimeo, picor y enrojecimiento ocular, debido a la irritación de la superficie ocular y la secreción de lágrimas para protegerla.
- Dolor de cabeza, que puede ser leve o intenso, localizado o generalizado, según el caso.
- Problemas de visión, como visión borrosa, visión doble, halos o destellos alrededor de las fuentes de luz, dificultad para enfocar o adaptarse a los cambios de iluminación.
Otros síntomas, que pueden acompañar a la fotofobia en función de la causa que la provoca, como mareo, náuseas, vómitos, fiebre, rigidez de nuca, confusión o convulsiones.
Tratamiento de la fotofobia
El tratamiento de la fotofobia depende de la causa que la origina. Lo más importante es consultar con un especialista, para que realice un diagnóstico adecuado y descarte posibles complicaciones.
El médico especialista puede recomendar el uso de lentes especiales para proteger los ojos de la luz, como gafas de sol con protección lateral, gafas polarizadas o gafas fotocromáticas (que se oscurecen o se aclaran según la cantidad de luz).
Además, se pueden seguir algunas medidas de prevención y cuidados para aliviar la fotofobia, como:
- Evitar la exposición directa a fuentes de luz intensa o deslumbrante, especialmente el sol, y usar sombreros o viseras para protegerse.
- Regular la iluminación de los ambientes cerrados, usando luces suaves o tenues, y evitar los contrastes bruscos entre la luz y la oscuridad.
- Reducir el uso de pantallas de ordenadores, móviles, televisores, etc., y ajustar el brillo y el contraste para evitar la fatiga visual.
- Descansar los ojos con frecuencia, cerrándolos o parpadeando, y aplicar compresas frías o húmedas para aliviar la irritación.
- Mantener una buena higiene ocular, lavándose las manos antes de tocarse los ojos, usando lágrimas artificiales para hidratarlos y evitando el uso de cosméticos o productos irritantes.
- Desaconsejar la conducción si se padece una enfermedad que ocasione fotofobia limitante, ya que puede suponer un riesgo para la seguridad vial.
¿Recomendaciones para prevenir la fotofobia?
La fotofobia no se puede prevenir por completo, pero se pueden tomar algunas medidas para reducir su impacto y proteger la salud visual. Algunas de estas medidas son:
- Usar gafas de sol con filtro UV cuando se está al aire libre, especialmente en días soleados o nublados.
- Evitar la exposición directa a fuentes de luz intensas, como las pantallas, las lámparas o los flashes. Si es necesario, se pueden usar gafas con filtro de luz azul o ajustar el brillo y el contraste de los dispositivos.
- Mantener una buena higiene ocular, lavando los ojos con agua o suero fisiológico, y usando lágrimas artificiales si se tiene sequedad o irritación.
- Descansar la vista cada cierto tiempo, cerrando los ojos o mirando a un punto lejano, para evitar la fatiga visual.
- Seguir una dieta equilibrada, rica en vitaminas, minerales y antioxidantes, que favorezcan la salud ocular y prevengan el envejecimiento de los tejidos.
¿Cuándo debemos consultar a un experto?
La fotofobia no es una enfermedad en sí misma, sino un síntoma que puede indicar la presencia de algún problema de salud. Por eso, es importante consultar a expertos si se presenta alguno de los siguientes casos:
- La fotofobia es severa, persistente o recurrente, y no mejora con el uso de gafas de sol o con el descanso de la vista.
- La fotofobia se acompaña de otros síntomas, como dolor de cabeza, náuseas, fiebre, visión borrosa, enrojecimiento, inflamación o secreción de los ojos.
- La fotofobia aparece después de un golpe en la cabeza, una cirugía ocular, un cambio de medicación o una exposición prolongada a la luz ultravioleta.
En general, la fotofobia se puede aliviar o curar si se trata la enfermedad o condición subyacente, o si se evitan los factores desencadenantes.
La fotofobia es un síntoma que puede afectar a la calidad de vida de las personas que la sufren, por lo que es importante detectarla y tratarla a tiempo. Con un diagnóstico adecuado y un tratamiento personalizado, se puede controlar y mejorar la fotofobia y sus consecuencias.