¿Qué es la queratoconjuntivitis vernal?
La queratoconjuntivitis vernal es una de las formas más severas de alergia ocular. Es un proceso inflamatorio, crónico recurrente, bilateral, que puede conllevar complicaciones graves y afectar de manera importante la calidad de vida.
Suele ser más prevalente en climas templados, con exacerbaciones en primavera y verano.
La frecuencia es mayor en niños que en niñas, con un pico de máxima incidencia entre los 11 y los 13 años, aunque el rango de edad puede ampliarse entre los 3 y los 25 años.
Se trata de un proceso autolimitado, con una duración entre 5-10 años, resolviéndose generalmente después de la pubertad.
Entre los pacientes afectados, suele haber antecedentes familiares, y antecedentes personales de atopia.
¿Qué síntomas presenta la queratoconjuntivitis vernal?
Los pacientes sufren un intenso prurito (picor) ocular, con escozor, fotofobia y abundantes secreciones.
- Forma palpebral: patrón papilar, con papilas gigantes, y aspecto adoquinado de la conjuntiva bajo el párpado.
- Forma límbica: limbitis, con nódulos gelatinosos, llamados nódulos de Horner-Trantas.
- Forma mixta
En un 50% de los casos hay afectación corneal, con úlceras en escudo en los casos más severos, llegando a la ceguera en un 5% de los casos por daño corneal.
Aunque los signos y síntomas pueden ser similares a otras enfermedades oculares alérgicas, las papilas gigantes y la limbitis son sus características principales, permitiendo su diagnóstico diferencial con otras conjuntivitis alérgicas, estacionales o perennes.
¿Cómo se diagnostica la queratoconjuntivitis vernal?
Fundamentalmente clínico.
En laboratorio se puede encontrar una eosinofilia en secreción conjuntival, y una IgE sérica total elevada, pero su ausencia no excluye la enfermedad.
¿Qué tratamiento tiene la queratoconjuntivitis vernal?
Dado que el proceso es autolimitado, el tratamiento es conservador, para aliviar los síntomas sin producir efectos yatrogénicos serios.
Puede ser necesario la combinación de distintos fármacos para mejorar la eficacia y favorecer la adherencia del paciente al tratamiento.
El tratamiento de primera línea es tópico (colirios):
- Antihistaminicos tópicos
- Estabilizadores de mastocitos
- Antinflamatorios no esteroides
- Esteroides tópicos
- Ciclosporina tópica/tacrólimus: en casos más severos
En general los inmunosupresores orales no son necesarios, pero en pacientes con grave amenaza para la visión por afectación corneal resistente al tratamiento, la Ciclosporina A vía oral podría producir una gran mejoría y estabilización del cuadro.
Los anticuerpos monoclonales podrían ser una nueva modalidad terapéutica para esta patología.