Recientemente tuve la ocasión de intervenir quirúrgicamente a la paciente con mayor miopía desde que inicié mi andadura como oftalmólogo.
Se trata de María Amparo, una paciente muy simpática que tras llevar toda la vida con una miopía muy elevada, había notado una disminución paulatina de su visión debido a una catarata nuclear, la cual aparte de hacerle perder visión provocó que aumentara su miopía debido al cambio del índice de refracción del cristalino.
En el momento de la cirugía uno de los ojos presentaba una miopía de 38 dioptrías y el otro de 33.
Era todo un reto ya que es difícil ver pacientes con miopía superior a 30 dioptrías.
La operación ha transcurrido sin incidencias y se ha conseguido un resultado visual muy bueno, alcanzando la paciente una visión espontánea, sin graduación, de un 70-80 %, y tan solo necesita una pequeña gafa para lectura.
“Me habéis cambiado la vida” nos dijo en su última consulta y así nos lo ha hecho saber regalándonos una preciosa orquídea de su floristería en Béjar.
Es para mí una gran satisfacción poder afrontar casos tan especiales de cuando en cuando. Hacen que mi profesión siga siendo tan bonita y apasionante como siempre pensé que era.
Dr. Ernesto Alonso Juárez