José Eduardo Sánchez Corral
Me impresionó lo rápida que es la intervención y parece un milagro que te levantes de la camilla del quirófano y ya puedas ver sin gafas, no bien del todo, pero después de 40 años viendo todo desenfocado sin ayuda de las gafas, pues impresiona. Me dio mucha seguridad el estudio tan exhaustivo que me hicieron antes de proponerme la solución idónea.
Lo peor es la espera previa a la intervención que hace que te pongas muy nervioso, toda la preparación que lleva: gotas, esperar a que te toque.
Sí conocía la técnica ICL, pero no me animaba por todos los problemas que tenía en la vista: hipermetropía, amblioplia, astigmatismo y estrabismo. Consideraba que la cirugía estaban más orientadas a miopía, al menos todos los casos que yo conocía. Frente al laster, para mi la ventaja de la ICL es que es reversible y que no afecta a la anatomía del ojo. Conozco casos de laser que, aunque quedaron bien, tienen algún efecto secundario especialmente las luces por la noche.
Llevaba toda la vida con gafas, por lo que al principio me costó un poco para cosas como leer, el PC, móvil o TV, pero ahora veo igual. He notado que las cosas con más pequeños pero por el efecto óptico que producen las gafas, yo los percibía más grandes de lo que eran en realidad.
Volvería a hacerlo sin duda, lo tendría que haber hecho antes.
Ha mejorado mi calidad de vida. En cosas como poder ver bien cuando me afeito o me ducho, poder usar gafas de sol sin graduar, porque antes tenía que ir con las dos pares y cambiarlas cuando entraba en algún sitio oscuro. También en la piscina o la playa.
Si me despertaba por la noche tenía que forzar la vista o ponerme las gafas para ver la hora. No tengo que estar limpiando las gafas y en el gimnasio me las tenía que quitar por el sudor y no veía bien. Además mi experiencia con lentillas no fue buena, al ser tóricas, en cuanto se movían veía borroso.